Cowboy Cookies caseras – Galletas americanas con avena y chocolate

Estas galletas no son solo dulces… son pura terapia casera

Hay recetas que te atrapan desde el primer mordisco. Y hay otras… que lo hacen desde el olor. Desde el momento en que mezclas la mantequilla con el azúcar moreno y la cocina empieza a oler a domingo por la tarde.

Eso me pasa con estas Cowboy Cookies. Las hago cada vez que necesito reconectar, apapacharme, o simplemente cuando quiero llenar mi cocina de aromas que me hacen feliz.
Crujientes por fuera, suaves por dentro, con trozos de chocolate que se derriten y un fondo tostado de coco y nueces que te hace cerrar los ojos con cada bocado.

Son galletas “con personalidad”. De esas que no se olvidan. De las que te preguntan “¿me das la receta?”.
Y sí, hoy la comparto contigo… con todo mi cariño panadero.


Ingredientes que abrazan

Ingrediente Cantidad
Harina de trigo común 220 g
Avena en copos grandes 180 g
Mantequilla sin sal (blandita) 180 g
Azúcar moreno 100 g
Azúcar blanco 50 g
Huevo grande 1
Esencia de vainilla 1 cucharadita
Bicarbonato de sodio ½ cucharadita
Canela molida 1 cucharadita
Sal fina ½ cucharadita
Coco rallado sin azúcar 60 g
Nueces o pecanas troceadas 80 g
Chips o trozos de chocolate negro 150 g

Pasos que saben a hogar


1. Batimos con amor

En un bol grande, bate la mantequilla con los dos tipos de azúcar. Hazlo sin prisas, unos 4-5 minutitos. Vas a ver cómo la mezcla se pone cremosa, clarita y con un olor… brutal.

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Este paso es clave. Aquí empieza todo.


2. Vainilla + huevo = el alma

Añade el huevo y la vainilla. Mezcla bien. Ya empieza a oler a galleta de verdad. A galleta con historia. A galleta hecha en casa, con manos reales y con antojo incluido.


3. Mezcla los secos (pero no lo hagas aburrido)

En otro bol, junta la harina, avena, canela, sal y bicarbonato. Mézclalos y añádelos poco a poco a la mezcla anterior. No batas de más. Solo lo justo para que todo se abrace bien.


4. Ahora viene la parte divertida: lo rico

Agrega las nueces troceadas, el coco rallado y el chocolate. Mezcla con una espátula o con la mano, si te gusta sentir la masa. Yo soy de meter las manos. Siempre.

La masa queda densa, con textura, con vida.


5. Frío = magia

¿Un truco de panadera casera? Deja reposar la masa en la nevera al menos 30 minutos.
Yo la dejo 1 hora mientras ordeno la cocina o me hago un cafecito.
Esto hace que las galletas no se expandan demasiado en el horno y queden gorditas, sabrosas, intensas.


6. Hora del horno y del olorcito que enamora

  1. Precalienta el horno a 180 °C.

  2. Forma bolitas grandes (como una nuez gorda).

  3. Ponlas en una bandeja con papel vegetal, separadas (¡crecen!).

  4. Hornea 12–14 minutos. Los bordes deben verse doraditos, pero el centro aún blandito.

  5. Déjalas 5 minutos en la bandeja y luego pásalas a una rejilla.

En ese momento… ya lo sabes. El olor lo invade todo. Es imposible resistirse.


Mis trucos de “foodie casera con experiencia”

✨ Usa chocolate en trozos grandes. Que se fundan como ríos oscuros.
✨ Si puedes, tuesta las nueces y el coco 5 minutitos antes. Ese aroma tostado es otra liga.
✨ No sobrebatas. Esto no es un bizcocho. Aquí buscamos textura real.
✨ Congela la masa en bolitas y guárdalas en bolsa hermética. Tendrás cookies listas para hornear en 12 min, siempre.
✨ Guarda las galletas en una caja metálica o tarro bien cerrado. Duran varios días, si es que no desaparecen antes.

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❓ Preguntas que me hacen siempre

¿Puedo hacerlas sin coco?
Sí, claro. Pero te pierdes un toque crujiente y sabrosón. Yo no lo quitaría. Pero tú mandas.

¿Se pueden hacer sin huevo?
Sí. Usa 3 cucharadas de puré de plátano o 60 g de yogur. No quedan iguales, pero sí muy ricas.

¿Sirven para niños?
¡Siii! Y además llenan, aportan energía y no llevan conservantes. Perfectas para la merienda escolar.

¿Qué avena uso?
La de copos grandes. Nada de avena instantánea. Queremos textura, rusticidad… ese crujido que te hace sonreír.


Reflexión final (y personal)

Estas Cowboy Cookies tienen eso que me enamora de la cocina casera:
Sabores que abrazan. Texturas que cuentan historias. Aromas que te devuelven a casa.

No son las galletas más “fit”, ni las más instagrameables.
Pero son reales. Son de las que haces un domingo y compartes con alguien especial. De las que guardas en un tarro bonito.
De las que desaparecen sin que nadie lo note… solo quedan migas y sonrisas.

Hazlas. Disfrútalas. Regálalas.
Y si te enamoran como a mí… vuelve por aquí y cuéntamelo.

Ver también:

Galletas de chocolate caseras – receta crujiente y fácil

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