Porque un carquinyoli es más que una galleta: es historia, sabor y abrazo en crujiente
¿Hay algo más reconfortante que esas galletas crocantes que se parten en dos y suenan “crack” al morder?
Los carquinyolis, o biscotti catalanes, tienen ese don. Son austeros, simples, pero intensamente deliciosos. Y cuando los haces en casa, la cocina se llena de aroma a almendra tostada y recuerdos de sobremesas familiares.
Yo los hago cada otoño. Y cuando los muerdes con un café, con un moscatel o un buen té… te transportan a una terraza catalana con sol de mediodía, risas y charla pausada.
Hoy quiero compartir mi versión casera: fácil, real y fiel al sabor tradicional, pero con ese punto personal que te hace sentir en casa.
Ingredientes (para unos 30 carquinyolis medianos)
Ingrediente | Cantidad |
---|---|
Harina de trigo (fuerte) | 300 g |
Azúcar blanco | 150 g |
Huevos medianos | 3 unidades |
Aceite de oliva suave | 50 ml |
Corteza de limón (ralladura) | 1 limón |
Esencia de vainilla o anís | 1 cucharadita |
Almendras enteras con piel | 200 g |
Pizca de sal | 1 pellizco |
Azúcar extra para espolvorear | al gusto |
Si quieres variar: usa avellanas, pistachos o incluso un mix de frutos secos.
Paso a paso: ¿cómo se hacen estos crujientes sueños?
1. Precalienta y prepara
Precalienta el horno a 170 °C (sin ventilador). Cubre una bandeja con papel de horno y deja todo listo. Esto te evita distracciones cuando la masa ya huele a gloria.
2. Bate huevos y azúcar
En un bol amplio, bate ligeramente los huevos con el azúcar y la sal. Solo hasta que el azúcar empiece a deshacerse. Luego agrega el aceite, la ralladura y la esencia. Sabor aromático asegurado.
3. Añade harina y almendras
Incorpora la harina poco a poco, removiendo con espátula hasta que obtengas una masa firme. Cuando esté casi unida, añade las almendras enteras. Aquí empiezas a distinguir esa textura rústica tan característica.
4. Dale forma al tronco
Usa tus manos (mirándolas con cariño) y forma dos troncos de unos 30 cm. Colócalos en la bandeja dejando espacio. Pincela con un poquito de aceite o huevo batido, y espolvorea azúcar por encima. Se va a formar una costra deliciosa.
5. Horneo inicial
Hornea entre 25–30 minutos, hasta que los troncos estén dorados pero no tostados. Van a oler a almendra calientita, y eso es cuando sabes que llegó el momento.
6. El corte que cruje
Saca los troncos y deja templar 5 minutos. Luego córtalos en rebanadas con cuchillo serrado, un dedo de grosor. Cada loncha se convierte en carquinyoli.
7. Segunda cocción (el toque crítico)
Coloca las rebanadas horizontales y hornea de nuevo 10–12 minutos por cada lado, girándolas a mitad de tiempo. El objetivo: galletas bien crujientes, secas, con esas burbujas tostadas típicas.
8. Enfriado y almacenamiento
Deja enfriar totalmente en rejilla. Así mantienen su textura. Y porque el carquinyoli está diseñado para durar: guárdalos en bote hermético. Saborean mejor al día siguiente… si quedan.
Trucos “de verdad” desde mi mesa
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Usa harina de fuerza para una migita firme, que aguante sin romperse.
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El aceite de oliva suave aporta sabor sin gritar.
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La ralladura de limón y anís le dan encanto sin exceso.
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Cuanto más secos, mejor: perfectos para mojar en café o vino.
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Si quieres un guiño al vermut catalán, añade piñones o toque de licor Dulce.
¿Por qué nos enamoran tanto estos biscotti catalanes?
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Van perfectos con bebidas calientes o frías — café, moscatel, té…
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Respetan la tradición sin ser ñoños: sí, sin azúcar glaseada, pero sí con sabor autenticidad.
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Se hacen sin complicaciones: mezcla fácil, doble horneo… y listo.
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Son el regalo foodie ideal: galletas artesanas que saben a cariño.
FAQ – Las preguntas que me haces siempre
¿Qué almendras usar?
Con piel y enteras. Dan sabor y textura. Puedes tostarlas un poquito antes.
¿Puedo cambiar la forma?
Claro: haz bollitos individuales (se llaman coquetes) o haz solo un tronco grande, pero cuidado con el horneado.
¿Qué pasa si me paso al hornear?
Si se queman, sabrán amargos. Pero si quedan dorados y secos, son perfectos. Vigila la segunda cocción.
¿Se mantienen?
Sí. En bote cerrados duran semanas. Y están igual de ricos días después.
¿Son difíciles de hacer?
No. Si controlas tiempos, es una receta asequible y muy reconfortante.
❤️ Reflexión final
Los carquinyolis son como un canto a la sencillez bien hecha. Ni muy bonitos, pero sí con carácter. Ni dulces excesivamente, pero con fuerza de sabor. Ni modernos, pero atemporales.
Cada mordisco te transporta: al desayuno, al vermut, al café con charla pausada.
Te invito a hacerlos en casa. El crujido cuando los mojas en tu taza… ese crujido cuenta historias.
Y si te animas a preparar esta receta —o hacer tu propia versión con chocolate, coco o pistachos— dime. Etiquétame, mándame una foto, cuéntame con quién los has compartido.
Porque cocinar así, contando un poquito de ti, es lo que hace que valga la pena. ✨
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